viernes, 9 de enero de 2015

Lo no convencional



Lo convencional no es para todos y, de la misma manera, lo no convencional es para pocos.  La diferencia, por lo general, es que lo no convencional conlleva otro desgaste. La misma palabra lo indica, lo convencional es aceptado, aceptable, es lo que el status quo habilita como "normal" y lo que se sale de ese marco normativo asusta y como asusta, se lo trata de sofocar.
Yo fui poco convencional siempre, y esto no lo digo como un valor en sí mismo (aunque tengo que reconocer que me alegro de ser así y que es algo que valoro en otras personas), para mí sencillamente no es una opción. En ningún momento lo elegí, simplemente sucedió. Al jardín, como buena torta en potencia, me llevaba una pelota, en casa vaciaba cajones y me metía dentro (porqué, nadie sabe), en las fotos nunca una cara normal. A los ocho años decidí que me quería cortar el pelo corto y así lo hice, y me importó un carajo que "las nenas usan el pelo largo". Tal y como dijo mi vieja hace días nomás, siempre fui determinada, siempre. Lo que quise lo hice, y lo que quería por lo general no era lo esperable. De más grande ya, me volví discutidora, contrera, y creo que así seré hasta el último día (por suerte). Afortunadamente tuve unos padres bastante progres que respetaron (con mayor o menor dificultad) cada decisión que tomé, por ridícula que les pareciera, porque ese era mi signo personal y también porque, seguramente, sabían que me daría exactamente igual que no lo respetaran. Lo mismo lo iba a hacer.
Hoy en día, me encuentro en la misma disputa de siempre, entre lo que la sociedad espera y lo que yo deseo y, una vez más, seré consecuente conmigo misma. Porque, al fin y al cabo, ¿qué hizo la sociedad por mí? Nada, sólo estereotiparme, discriminarme, excluirme. Y hasta donde llegué fue por pura fuerza de voluntad. Hace poquito, una amiga me comentaba que cree que éste no es momento para formar una relación, algo así que porque las relaciones, bajo el paradigma existente, se rigen bajo ciertas pautas con las que no concuerda, o no le interesan. Es decir, no comparte el paradigma de pareja que la sociedad, habitualmente, maneja. Si bien, evidentemente, estoy de acuerdo con que es preferible estar sola que circunscribirse a una lógica de relaciones que no comparto, es decir que me parece mejor estar sola que aceptar ciertos marcos normativos que la mayoría de las personas manejan, llego a otra conclusión: creo que otra alternativa es posible (si bien no probable). Supongo, al menos en teoría, que es posible establecer marcos propios y formas propias y si los demás no los comprenden, pues allá ellos. El quid de la cuestión es encontrar esa persona compatible que esté dispuesta a manejarse fuera de lo establecido y a crear una lógica propia y especial. Es algo harto difícil (y seguramente harto improbable), sin lugar a dudas, pero no imposible. Prueba cabal de ellos somos nosotras dos que, básicamente y hablando mal y pronto, nos cagamos en lo  que los demás opinan y hacemos nuestras propias no-normas. Esperemos no ser las únicas.

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