martes, 4 de agosto de 2009

Que me pincha, que me pincha el caardo...

¡Esto no es una confitería!
¿Cómo no? Usté me abandona y después me viene con reclamos. Non así, non así.

Una imagen de panda enardecido, eso decía Amancio, muy despacio. No sea nuria. Que la doña se había agarrado la del chancho y ahí nomás se fue a comprar ravioles a la verdulería. Pero qué caro está todo, y sí, ya no se puede vivir. Que antes con un par de Belgranos hacía algo uno, ¿pero ahora? ahora uno no sabe dónde va la plata. Teoría uno, los duendes. Teoría dos, los topos. Teoría tres, los famosos chanchos. No sólo te contagian sino que además entran en tu habitación por la noche y se comen la plata.
Pasamos a las teorías conspirativas. Teoría conspirativa uno -por orden meritorio de ajuste a los acontecimientos más del momento-, la del chancho la tiraron los yankis para vender el tiramisú. Teoría conspirativa dos, los yankis tienen la cura del Sida y no la dan. Acá dejo de lado un par de teorías que por lo obvias dejan de ser teorías,y además, como buena formuladora de teorías conspirativas, temo por mi bienestar físico asique no las escribo.

Me pega el delirium por leer a Julito, la de siempre. Y además conseguí un par de tácticas defensivas interesantes,lo de los piolines, palanganas y escupideras no es mala idea. Me hace mal el aire me dicen, es corrosivo para mi organismo. Decí que sí, decí que sí. NO. SÍ.

Chuspa,
Luc Skywalker -se viene época de alias varios-