Hay quienes dicen que soy demasiado sensible, algunos como crítica, otros como virtud. Como todo en la vida, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. ¿Qué pienso yo? Que a veces, muy frecuentemente, es desgastante pero, en el fondo, agradezco ser así. Lo agradezco porque me permite no ser indiferente, porque me hace no quedarme callada frente a lo que veo alrededor, mal que, desgraciadamente, abunda en nuestras preciadas sociedades individualistas. Veo con tristeza como a mucha gente no le importa absolutamente nada de lo que no le afecta directamente. Veo como muchos miran para otro lado.
Desde México nos llega la triste noticia de la desaparición de 43 estudiantes, que se suma a la desaparición de tantos más y muchos ni se inmutan. Aparecen a cada rato fosas comunes llenas de personas, sí, personas que ahora son cadáveres, muchos de los cuales ni siquiera serán identificados. Pensamos en el indiscutible horror de la Segunda Guerra Mundial (así, con mayúsculas) pero de esto, ni mu.
Asisto, con la más profunda de las angustias, con la incontenible bronca que me rebalsa, a la noticia de la
Ya lo dijo Bretch:
aparición del cuerpo sin vida de Luciano Arruga enterrado impunemente como NN y que ahora nos pretenden hacer creer que su fallecimiento fue, pura y exclusivamente, culpa de un accidente vial. Con un escalofrío que me recorre desde el talón a la nuca, leo sobre la aparición del cuerpo, también sin vida, de Franco Casco, flotando en el Río Paraná, de cuya desaparición tantos ni siquiera estarán enterados. Estos hechos horribles (y cuántos más habrá que no logran superar el cerco mediático) no pueden más que recordarme a los más oscuros años de nuestro país, a esas terribles prácticas que tantos compañeros lucharon por erradicar y que, desgraciadamente, no consiguieron. Sí consiguieron, felizmente, que no sea en la brutal cantidad que antes ocurría. Pero aún hoy, somos víctimas de la mafia policial que opera bajo la más absoluta impunidad. ¿Y cómo podría eso no causarme la tristeza que me causa? Hoy veo como a muchos les importa más irse de joda, comprar compulsivamente, estar tranquilos en el mundo de la indiferencia. Porque no, no digo que todos seamos mártires. Todos merecemos disfrutar pero podemos encontrar un punto medio en el cual no sólo nos preocupemos por nosotros. Porque a veces, el silencio es complicidad, porque las cosas no cambian solas. Porque no sólo hay que quejarse y gritar cuando nos tocan a nosotros, por fácil que parezca achacar todos los males de nuestra sociedad a "los negros de mierda". Porque para eso sí se escucha a algunos, sólo para eso, para quejarse de los robos, jamás para quejarse de las instituciones (o sí cuando se trata de la puerta giratoria de las comisarías), porque más fácil es individualizar el conflicto. Más fácil es comerse el verso de que la culpa la tienen lo extranjeros, y que todo se resolverá deportándolos. Mientras, la mafia crece, mientras, el poder crece en la más absoluta desidia social, porque cada vez que miramos para otro lado y callamos, cada vez que sólo nos miramos el ombligo, los responsables políticos por la miseria y la pobreza se enriquecen y se ríen de cómo lograron desviar el eje del problema. Cada vez que ignoramos lo que le pasa a los pibes como Luciano y Franco, que no pudieron comprarse un lugar en el
discurso de la clase media por ser pobres, dejamos que todo empeore. Lamento la indignación que escucho en algunos frente a la "inseguridad", concepto completamente arraigado (gracias al poder mediático) a los robos y muertes cuando "la gente bien" es afectada. Porque nunca se habla de inseguridad cuando los pibes desaparecen en manos de la policía, porque no es inseguridad cuando ellos son torturados, porque no es inseguridad cuando los pobres mueren bajo las manos sucias de los narcos y transas. No, la inseguridad es para la clase media/alta blanca. Esa indignación no aparece frente a las tristes noticias que recibimos en las últimas semanas, porque algunos sólo se preocupan frente a sus cosas y, como no son ni morochos ni pobres, jamás deberán enfrentar a la policía ni a la estigmatización mediática y social. Se indignan frente a la "inseguridad" sólo porque a ellos puede tocarles.
Así que agradezco ser sensible, agradezco a mis viejos que con paciencia y constancia me enseñaron que cuando hay quienes no tienen voz, nosotros debemos hablar por ellos.
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por los estudiantes, y yo no me preocupe, pues era parte del sistema.
Luego vinieron por los periodistas, y yo me quedé callado, pues no me interesaba enterarme de nada.
Luego vinieron por los homosexuales y yo ni siquiera quise enterarme, pues soy heterosexual.
Luego vinieron por los negros, pero como soy blanco, tampoco hice nada.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie al que le importara ni que quisiera hacer nada por mí."
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