viernes, 22 de abril de 2011

Seguimiento

Llegué a la conclusión en estos días de que esta es la mejor época para cursar. ¿Por qué? Porque no hace ni un frío excesivo ni un calor agobiante. Todos los que cursamos en sociales sabemos que es horrible cursar con calor, a los 10 minutos de clase te sentís una babosa pegoteada (más porque ya traés el calor encima del viaje, oh sí, qué encantador es viajar en subte en verano todo apretujado). En invierno en cambio, a los diez minutos te sentís un muerto, con los dedos de los pies entumecidos y el cerebro yendo por el mismo camino. Pero el otoño es una bendición, si tenés un poco de frío te ponés un buzo y estás -cosa que de nada sirve en invierno, por más que te abrigues te congelás igual*- y si estás en remera muuuucho calor no vas a tener, menos ahora que tenemos aulas con ventanas. Porque el asunto es que unas semanas atrás, que hizo bastante calor, pusimos el aire. Y les cuento, no, no son de utilería, pero no sirven para nada. Nadie se daba cuenta de si, efectivamente, tiraba un airecito frío casi imperceptible o directamente tiraba aire caliente. Insoportable. Las únicas aulas en que no estabas al borde de la deshidratación por transpiración eran en las del subsuelo, que ahí el aire anda piola.
Como todavía no llegamos al invierno no se qué ocurrirá con la calefacción.


Por otra parte, el martes repusieron papel y jabón, y yo no estaba. El miércoles fui y en los baños a los que entré ya no había -creo que en el subsuelo es probable que hubiera, porque va menos gente-. Conclusión: la facultad tiene un problema conmigo.




*he ido a cursar con medias largas y, a su vez, medias cortas encima y botas y aún así no sentía los pies. Es más, una vez me compré medias térmicas para un viaje y le dije a la vendedora: "¡las voy a poder usar para la facultad!"

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