Entre la tarde de ayer y hoy a la mañana sino me morí, es un milagro.
Ayer a la tarde volvía de la facultad en el 65, tipo por Chacarita me quedé dormida. Todos sabemos del riesgo de dormir en un bondi porteño. Sí, te puede pasar lo que, justamente, me pasó. El colectivo se mueve con una sutileza encantadora y agarra baches. El resultado fue que mi cabeza rebotó dos veces contra la ventana (claro, dormida no podía agarrarme). Cuando terminé de despertarme para bajarme se me durmió una pierna. Asique me baje medio renga y con la cabeza mocha.
A la noche estaba tirada en la cama y veo un bichito, asique me levanté a agarrar la ojota para asesinarlo. Y ahí vino el castigo divino, me agachè con excesiva fuerza para agarrarla y me di la frente de lleno con el piano. El piano cerrado, aclaro. Y, además, me di con el borde. Durísimo.
Supongo que con semejante golpe habré perdido unas cuantas neuronas, porque hoy a la mañana salí de bañarme y fui a buscar otra toalla al cuartito del patio. Claro, tenía las patas bastante mojadas asique en la cocina me patiné de lo lindo y me di el hombro con el picaporte de la puerta.
Digo yo, ¿seré torpe?
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