"La esperanza es lo último que se pierde", dicen, y yo me pregunto hasta qué punto eso es bueno. La esperanza y la ilusión son armas de doble filo y todos lo sabemos. Pero hay un agregado, la mayoría de las veces, las cosas no salen como queremos. Y sí, lo digo sin ninguna base ni sustento empírico de comprobación, sino más bien por inferencia lógica. Si a todos la mayoría de las veces las cosas les salieran como quisieran habría bastante menos gente infeliz en el mundo (me refiero siempre a problemáticas menores, no del tipo pasar hambre o tener enfermedades terminales, lógicamente). Trabajamos en cosas que no queremos, no ganamos lo que queremos, si nos dedicamos a lo que nos gusta por lo general no nos da mucho rédito económico, raras veces las relaciones con las personas que quisiéramos funcionan, en fin, lo que todos sabemos. Entonces me pregunto, ¿por qué demonios insistir con esta pelotudez del optimismo? Ya alguna vez me referí acá a la gente excesivamente optimista, que me satura las neuronas. Sin embargo hay gente que no es tan así pero, con candidez e ingenuidad, comete el terrible y nefasto error de de tener ilusiones. Y, claro está, a veces soy una de esas personas. Y miren que hago todo el esfuerzo del mundo por sofocar esos arranques ridículos de confianza en que "todo va a salir bien" pero no hay lola, a veces se filtran. Claro que no ayuda tener un séquito de personas que te insisten en ese modus operandi de la esperanza sin comprender que lo tuyo no es puro negativismo sin sentido sino más bien la manera más racional que encontraste de sentirte menos como el orto cuando las cosas no funcionan. Porque es evidente, si las cosas salen mal te vas a sentir mal pero si pensabas que seguro iban a salir bien y no, te puedo asegurar que es como darte la cara contra un muro de asfalto que estuvo todo un día expuesto al sol irradiante de un verano porteño. O sea, una cagada marca cañón. La ilusión hay que dejarla para esas personas que en rigor no la necesitan porque quién sabe a razón de qué nacieron con la gracia divina de conseguir lo que quieren. Porque si algún ser osa decirme que si lo consiguen es porque lo merecen o porque hicieron esfuerzo le tiro un flechazo inmediatamente (sí, hago tiro con arco). El mundo no funciona así, hay gente a la que le toca y hay gente como yo, y muchos más, que por onda que le pongamos no llegamos a ningún lado. Para nosotros, la ilusión es muy complicada porque inmediatamente (o peor, no inmediatamente, con lo cual tuviste más tiempo de ilusionarte) viene el baldazo de agua fría. Pero fría fría eh, como si te lo tiraran en medio de un invierno nórdico. Mejor ser realistas, o negativos si así lo prefieren, de última si después sale bien te sorprendés y si sale mal bueno, te pondrás triste pero al menos te lo veías venir. Al pan, pan y al vino, vino. O mejor, guardate el pan y pelá el tinto, que es la mejor manera de sobrellevar la mala suerte.
"Contra el pesimismo de la Razón, opongamos el optimismo de la voluntad" A. Gramsci. MM
ResponderEliminarPor supuesto que la frase la conozco y diría que mi voluntad es optimista desde el momento en que persevero en ciertas cosas, sencillamente elijo hacerlo sin mayores expectativas ilusorias
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