A veces me parece que el universo se burla de mí. Empecemos porque yo ODIO el verano, al menos el verano porteño. No logro entender que a la gente le resulte extraño o sorpresivo, ¿a quién puede gustarle andar por la calle con más de treinta grados y humedad, transpirando como puerco? Es agobiante. Te bañás catorce veces pero nada alcanza. Además tenés que tomar el subte todos los días y ahí pareciera que hace cincuenta y cinco grados. La gente huele mal porque no hay antitranspirante que resista -o tal vez porque hay personas que no son tan afectas a la ducha y en verano se nota más-. La única manera aceptable de pasar el verano en capital es no trabajando y pudiendo elegir cuándo salir del resguardo del aire acondicionado. Sino, es un calvario. Lo único positivo del verano son las vacaciones -aunque sean acá- y que hay poca gente en la ciudad. Pero preferible serían esas vacaciones con temperaturas más bajas.
Toda esta introducción para dar una idea de lo que significa para mí un día nublado y con lluvia en verano. Es un oasis. Me levanto, veo que está nublado y me alegra. Por lo menos sé que por un día los rayos recalcitrantes del sol no van a penetrar en mi materia gris. Y eso me pasó ayer y anteayer. Me levanté, vi el día feo y me alegró. Pero no, no, no me quieren dejar ser feliz. Aneteayer, a media mañana veo el cielo despejado. ¿Por qué?¿Tan injusta tiene que ser la vida? Y ayer, peor, salgo de trabajar, TODAVÍA NUBLADO, yo feliz. Entro a un kodak a imprimir unas fotos, salgo y para mi gran alegría...SOL. No, sinceramente, no es justo. Yo, previendo esa situación había dicho que si salía el sol le iba a hacer juicio a dios. No se juega así con los sentimientos. Por suerte a la tarde se volvió a nublar y hasta llovió.
Y hoy, ¡gran felicidad!¡sigue nublado!¡y llovió! Pero la gracia hoy viene por otro lado. Llego al trabajo y me entero que no hay sistema. Para sintetizar, tuve un día muy productivo de mate y charlas, ir al banco y todas esas cosas. Todo eso estuvo muy bien, pero faltaba la burla...una hora antes de irme, cuando ya había dado por terminado el día laboral porque, evidentemente, el sistema no iba a volver...VUELVE EL SISTEMA. Sí, sí, cuando ya estaba sacando mi librito para ponerme a leer...vuelve el sistema.
En fin, cosas que pasan.
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