lunes, 25 de mayo de 2009
Muerdo el anzuelo y vuelvo a empezar de nuevo
Ultimamente estoy con las canciones. Es que a mi me gusta, como diría J.D. en Scrubs, tomar un poco de sabiduría ajena y usarla en mi propia vida ("-that seems coincidential/-and yet i do it almost every week"). En mi caso se aplica a las películas sobre todo, y también, como el observador avispado puede notar, a la música. Por eso es que me gusta, como a los chicos, ver 27 veces cada película, y ahí voy extrayendo verdades universales que encuentro en los diálogos. En fin, estaba pensando lo siguiente cuando me levanté: "la puta madre que ganas de volverme a España". Creo que nunca antes sentí la paz interior que experimenté ese mes. Ni eso ni la sensación de que estaba donde tenía que estar. Y además era algo como estar a gusto sola, no pensando "sería mejor si estuviera Pindonga o Montoto...", así como estaba, estaba bien. Me parece que es una sensación poco frecuente igual, porque la naturaleza humana es siempre querer algo más. Si no es esto es lo otro, y nos convencemos de que cuando tengamos eso ya va a estar, que eso, exactamente eso, es lo que nos falta. Y en realidad es engañarnos a nosotros mismos. Pero hay que ponerse a practicar, como todo, es un ejercicio. Porque yo, como sabía que me iba a pasar, volví y otra vez lo mismo. Que me falta esto, que aquello, que lo otro. En realidad es siempre lo mismo, y como nunca lo encuentro no sé si en realidad es eso que me falta o si lo tuviera también sentiría que me falta algo. Eitherway, mi hermano muy sabiamente me dijo que mi problema es que siempre me paso buscando algo cuando la cosa está en estar bien como uno está. Claro que eso viene de alguien que hace 7 años que el 90% de las cosas que quiere las consigue, mientras que mi caso es el opuesto, consigo el 10% de lo que quiero. Y encima cometo el error de pensar sistemáticamente que mi suerte en ciertos aspectos está cambiando, y ahí ahí cuando mordiste el anzuelo TRÁCATE, otra vez al principio.
Más allá de que creo que en algunos campos no he sido favorecida por la gracia divina, me parece que mi hermano tiene un buen punto y que tendría que hacerle un poco de caso, asique me voy a sumergir en una ardua batalla con mi cerebro y, con suerte, logre vencerlo.
sábado, 23 de mayo de 2009
Soñate algo
La otra noche tuve un sueño rarísimo. No sólo por la temática sino que fue bastante coherente, dentro de lo absurdo del tema, claro está. Además fue muy largo y tuvo una conclusión clara. La cosa era así, el sueño transcurría en un centro científico, de investigación. En este centro, habían creado unos androides igualitos igualitos a los humanos (al estilo Alien, con los androides sofisticados). Los androides y los humanos convivían en perfecta armonía.
Ahora bien, el centro estaba trabajando en desarrollar una sustancia que permitiera a los androides tener las mismas reacciones que los humanos. Porque los androides, ante ciertos estímulos, sabían como debían comportarse, tenían algo así como una reacción programada o aprendida, pero no era una reacción natural, del estilo estímulo-respuesta. Hacían lo que hacían porque sabían que era lo que correspondía. El tema es que esté químico que estaban trabajando todavía no estaba terminado y no se había testeado como para saber sus posibles efectos secundarios.
A todo esto mi función en el sueño era la de controlar el centro y los avances que se producían en la investigación. Razón por la cual, después de recorrer el centro iba a ver el progreso en la sustancia química y ahí descubríamos que faltaban muchas ampollas (que contenían dicha sustancia). No sé si lo descubríamos nosotros o si yo lo sabía porque uno sabe esas cosas en los sueños, pero la cuestión es que nos enterábamos que los androides habían robado esas ampollas, pero no para causar algún daño sino porque querían desesperadamente tener reacciones como las de los humanos, y lo querían tanto que habían decidido robarlas y autoaplicárselas. En ese momento en que estábamos viendo la falta de las ampollas y que hablábamos de eso, aparecía un androide corriendo y empezaba a tener algo así como una taquicardia, digo porque era algo medio raro, y más siendo que, bueno, dudo que los androides tengan corazón. Entonces yo trataba de hacerle resucitación pero el androide se moría igual. A partir de ese androide ya sabíamos que lo mismo iba a ocurrir con todos los demás. Pero el resto moría de una manera muy rara, se derretía. Era bastante horrible, era como ver personas medio mutiladas, porque por ejemplo, se les derretía una pierna primero, entonces era como ver una persona sin una pierna.
Al principio, todos estábamos aterradísimos y angustiados –humanos y androides- pero después ya no quedaba otra que asumirlo. Por lo cual, los androides decidían juntarse todos para morir al mismo tiempo, y eso en el parque del instituto porque al sol se derretían más rápido. Y ese era el final, los humanos viendo a los androides derretirse, pero felices.
Ahora bien, el centro estaba trabajando en desarrollar una sustancia que permitiera a los androides tener las mismas reacciones que los humanos. Porque los androides, ante ciertos estímulos, sabían como debían comportarse, tenían algo así como una reacción programada o aprendida, pero no era una reacción natural, del estilo estímulo-respuesta. Hacían lo que hacían porque sabían que era lo que correspondía. El tema es que esté químico que estaban trabajando todavía no estaba terminado y no se había testeado como para saber sus posibles efectos secundarios.
A todo esto mi función en el sueño era la de controlar el centro y los avances que se producían en la investigación. Razón por la cual, después de recorrer el centro iba a ver el progreso en la sustancia química y ahí descubríamos que faltaban muchas ampollas (que contenían dicha sustancia). No sé si lo descubríamos nosotros o si yo lo sabía porque uno sabe esas cosas en los sueños, pero la cuestión es que nos enterábamos que los androides habían robado esas ampollas, pero no para causar algún daño sino porque querían desesperadamente tener reacciones como las de los humanos, y lo querían tanto que habían decidido robarlas y autoaplicárselas. En ese momento en que estábamos viendo la falta de las ampollas y que hablábamos de eso, aparecía un androide corriendo y empezaba a tener algo así como una taquicardia, digo porque era algo medio raro, y más siendo que, bueno, dudo que los androides tengan corazón. Entonces yo trataba de hacerle resucitación pero el androide se moría igual. A partir de ese androide ya sabíamos que lo mismo iba a ocurrir con todos los demás. Pero el resto moría de una manera muy rara, se derretía. Era bastante horrible, era como ver personas medio mutiladas, porque por ejemplo, se les derretía una pierna primero, entonces era como ver una persona sin una pierna.
Al principio, todos estábamos aterradísimos y angustiados –humanos y androides- pero después ya no quedaba otra que asumirlo. Por lo cual, los androides decidían juntarse todos para morir al mismo tiempo, y eso en el parque del instituto porque al sol se derretían más rápido. Y ese era el final, los humanos viendo a los androides derretirse, pero felices.
Darling, your head's not right
Sabias palabras de The Strokes. La mente humana estos días (no me atrevería a usar un "siempre") está beyond any possible comprehension. Nevertheless uno le busca y le busca. Te preguntás que qué, que dónde, que cuándo, que cómo...y ahí es donde la pifiás. Pensar demasiado ciertas cosas parece un error garrafal.
Sin embargo, no sé ustedes pero yo me embarco cada dos por cuatro en replanteos inútiles e inconducentes. Y me parece que el problema generalizado es ese, cuando lo que uno debería hacer es justamente eso, hacer. Basta de buscar excusas berretas para esconderse de las cosas. ¡A dar la cara y dejarse de joder carajo!
Ya veo yo que la gente viene cada vez más confundida, el problema es hacerle caso a eso. A ver, digo yo, ¿quién no tiene un mundo en el cerebro? Un mundo con 252 millones de bifurcaciones que se enredan todas en distintos puntos, y cuando uno entra por una, sale por otra, entra por otra, ahí es donde hay que hacer el corte. O sino, encerrate en tu casa y hacete un mapa del cerebro para encontrarte. Se me está viniendo agresivo el teSto, pero yo porque me lo tengo que decir a mí misma todos los días, para no quedarme 17 hs flasheándola con cualquier detalle irrelevante de por ahí. Al final, de mucho no me sirvió nunca limarla tanto, termino siempre de la vereda de en frente sientiéndome una salame total.
Y como me cansé un poco de ser un embutido he decidido cambiar el plan de acción (que seguro no me va a salir, ¿a quién quiero engañar?).
Sin embargo, no sé ustedes pero yo me embarco cada dos por cuatro en replanteos inútiles e inconducentes. Y me parece que el problema generalizado es ese, cuando lo que uno debería hacer es justamente eso, hacer. Basta de buscar excusas berretas para esconderse de las cosas. ¡A dar la cara y dejarse de joder carajo!
Ya veo yo que la gente viene cada vez más confundida, el problema es hacerle caso a eso. A ver, digo yo, ¿quién no tiene un mundo en el cerebro? Un mundo con 252 millones de bifurcaciones que se enredan todas en distintos puntos, y cuando uno entra por una, sale por otra, entra por otra, ahí es donde hay que hacer el corte. O sino, encerrate en tu casa y hacete un mapa del cerebro para encontrarte. Se me está viniendo agresivo el teSto, pero yo porque me lo tengo que decir a mí misma todos los días, para no quedarme 17 hs flasheándola con cualquier detalle irrelevante de por ahí. Al final, de mucho no me sirvió nunca limarla tanto, termino siempre de la vereda de en frente sientiéndome una salame total.
Y como me cansé un poco de ser un embutido he decidido cambiar el plan de acción (que seguro no me va a salir, ¿a quién quiero engañar?).
viernes, 22 de mayo de 2009
Te dije que no
-Ya decía yo que iba a pasar esto
-Si sabés no saques más el tema
Siempre lo mismo. La misma discusión, siempre. Esta vez en la plaza, la próxima en el colectivo, la vez pasada en casa. Siempre.
-Bueno es que tampoco se puede evitar. Al final cada vez que te digo algo saltás así.
-Y dale, qué manía. Siempre con las escenitas, y sabe como me irrita que todos me escuchen discutir.
- No entiendo porqué no me las querés dar.
- Ya te lo dije mil veces.
Si lo tengo que repetir una vez más me va a dar un patatús.
-No confiás en mí, reconocelo.
-¿Y qué tiene que ver? Vos porque radicalizás todo, ya sabés cómo soy.
Ahí está, me mira con cara de perrito mojado. Odio hacerlo sentir así. Pero...¿seré yo que me equivoco? Bueno no, ¿por qué siempre tengo que cambiar por los demás? Bueno a lo mejor no es para tanto y soy yo que hago historia.
-Bueno no sé, si tanto te importa te las doy.
-No, si va a ser un sacrificio no. A mi no me vengas con actos heroicos porque te doy lástima.
-No me dás lástima.
¿O si?
-Ni vos te la creés.
-Todo esto por semejante idiotez, te das cuenta Juan. Ni que lo valieran tanto.
-No es que lo valgan, es lo que significa. Nunca entendés nada.
Esa manía que tiene de hacerse el profundo. Como si yo fuera una insensible que no entiende la obra de un artista. Artista, artista del drama es éste. –¿La vas a cortar o vamos a seguir con la misma sanata de siempre?
-Sanata tu abuela, vos no te ponés ni un poco en mi lugar.
-Basta Juan, me voy. Si seguimos con la inercia me voy a enfermar.
Ya se que no es muy católico darme vuelta e irme así. Más después de tantas veces. Pero esta vez el frío dice una cosa, las hojas en el piso le dan la razón y las baldosas asienten. Esta vez sí, esta vez es definitivo.
-Si sabés no saques más el tema
Siempre lo mismo. La misma discusión, siempre. Esta vez en la plaza, la próxima en el colectivo, la vez pasada en casa. Siempre.
-Bueno es que tampoco se puede evitar. Al final cada vez que te digo algo saltás así.
-Y dale, qué manía. Siempre con las escenitas, y sabe como me irrita que todos me escuchen discutir.
- No entiendo porqué no me las querés dar.
- Ya te lo dije mil veces.
Si lo tengo que repetir una vez más me va a dar un patatús.
-No confiás en mí, reconocelo.
-¿Y qué tiene que ver? Vos porque radicalizás todo, ya sabés cómo soy.
Ahí está, me mira con cara de perrito mojado. Odio hacerlo sentir así. Pero...¿seré yo que me equivoco? Bueno no, ¿por qué siempre tengo que cambiar por los demás? Bueno a lo mejor no es para tanto y soy yo que hago historia.
-Bueno no sé, si tanto te importa te las doy.
-No, si va a ser un sacrificio no. A mi no me vengas con actos heroicos porque te doy lástima.
-No me dás lástima.
¿O si?
-Ni vos te la creés.
-Todo esto por semejante idiotez, te das cuenta Juan. Ni que lo valieran tanto.
-No es que lo valgan, es lo que significa. Nunca entendés nada.
Esa manía que tiene de hacerse el profundo. Como si yo fuera una insensible que no entiende la obra de un artista. Artista, artista del drama es éste. –¿La vas a cortar o vamos a seguir con la misma sanata de siempre?
-Sanata tu abuela, vos no te ponés ni un poco en mi lugar.
-Basta Juan, me voy. Si seguimos con la inercia me voy a enfermar.
Ya se que no es muy católico darme vuelta e irme así. Más después de tantas veces. Pero esta vez el frío dice una cosa, las hojas en el piso le dan la razón y las baldosas asienten. Esta vez sí, esta vez es definitivo.
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