miércoles, 3 de junio de 2015

La otra vida

Hace unos días fui a cenar a un lugar de esos conchetísimos. De más está decir que yo ligué de arriba, porque me codeo con la gente con la que hay que codearse. Lógicamente, no es la "gente bien", porque ésa no querría codearse con esta torta lumpen. Concretamente pasa que tengo una amiga a la que la invitan a comer para que evalúe y como siempre son cenas para dos, a veces me toca garronear a mí. 
En esta oportunidad fuimos uno de esos lugares que son la representación del caretaje. Voy a reservarme el nombre para no ofender. La cuestión es que ni bien entrás es como acceder a un universo paralelo donde vive esa otra gente, esa que te cruzás poco, la gente linda. Antes de ingresar al bar/restorán (porque ni pienso poner restaurante) propiamente dicho, te recibe una señorita muy pipí cucú que te pide el abrigo para guardarlo. RARO. A mí, que te voy a cualquier tugurio, en la puta vida me pidieron el abrigo para guardar gratis en algún lugar. Ni hablar que yo iba con toda la pinta de pseudo chongo y tenía una camperita pulgosa con un buzo debajo. Sí, buzo. Lo mismo tuvieron que recibirme (muy a su pesar, seguramente) la vestimenta. Adentro por supuesto, todos los tipos con camisas entalladas, trajes, algunos tomando whisky, esas cosas. Las minas mucho vestido, por supuesto. Vi dos remeras, una correspondiente a un hombre que curtía onda patova y la otra, como no podía ser de otro modo, a un hipster. 
 Ya sentadas nos dispusimos a elegir primero los tragos y luego la cena. Los primeros andaban por los 150 pesos cada uno, ni quiero pensar lo que sería la comida -cosa que no sabemos porque no figuraban los precios-. Lo mejor fueron las bebidas, me tomé un trago bien emperifolladito que consistía en gin, té de jazmín, pomelo y menta. Muy rico. Como detalle, venía con uno de esos palitos que usan las orientales para atarse el rodete, que no tengo ni la más puta idea de cómo se llaman. 
Ahora bien, al menos en el menú que nos ofrecieron, de entrada había para elegir entre papas rústicas, una suerte de milhojas de papa con unas lonjas de salmón encima o langostinos. Deduzco que lo más interesante hubiera sido pedir los langostinos pero como yo no puedo pasarlos bajo ningún punto de vista, pedimos las papas y el milhojas. A ver, las papas rústicas son la cosa más básica de la existencia, ni siquiera hay que pelarlas. Lavás, cortás y pronto. De platos principales elegimos una brochette de lomo y la "pechuga lemon gin". La primera tiene lindo nombre pero no deja de ser lomo cortado en pedacitos, clavado en un palito, en este caso acompañado de panceta y ciruela. Bueno, a ver, no es la elaboración suprema precisamente. Lo segundo, que suena recontra bacán, consiste en una pechuga grillé (ah, porque claro, no vayan a pedir porciones abundantes porque queda mal, una pechuga, y así como suelen ser, o sea, pequeña) con una salsita que infiero tenía gin y limón, por su nombre. Como podrán apreciar, no era una cosa cuyo gusto resaltara increíblemente, estaba bien pero perfectamente es algo que puedo hacer yo en mi casa. Esto, acompañado de un puré. El quid de la cuestión, como era de esperarse, es la presentación. La pechuguita va arriba de la salsita  dispuesta de forma circular y el puré también con esa misma forma, armado con un molde. Todo esto vino con una canastita de papas rejilla. O sea, muy lindo el nombre pero básicamente lo que comí fue una pechuga grillé con puré que seguramente me le habrían cobrado como una langosta embebida en Johnie Walker blue label mezclado son sales del Mar Muerto. 
De postre comimos (eran las opciones posibles) helado y un postre de oreos. El helado era el mismo que podés comerte en cualquier parrilla y el postre estaba bien aunque bastante empalagoso. Ahora, estamos hablando de dulce de leche, helado de dulce de leche, crema y óreos. Postre cabeza, no jodamos, no es que me trajeron una crème bruleé. Eso sí en copita bien y todo eso. 
Concluyo entonces que la gente de guita es pelotuda y le cabe que le hagan el orto con cualquier cosa. Eso sí, a mí me sentó súper zarparles una cena gratis y que me hayan tenido que atender  cual si fuera la duquesa de Alba.

De vuelta a la realidad, salí y me fui a tomar el bondi para el que, además, tuve que caminar unas cuántas cuadras para evitar el abuso potencial que implicaban las paradas que estaban en las cercanías del nido de chetos- que no tienen esta clase de problemas. 

1 comentario:

  1. Justo salió un articulo en la revista del domingo de EL lugar, me tente cuando lo vi.

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