Era un día como cualquier otro. Ella no se daba cuenta que algo empezaba a cambiar. Para Lara había sido una noche como otras, poco significativa, incluso hasta un error. Claro, pensaba que del otro lado pasaba lo mismo, que había sido una noche más y ya. Al fin y al cabo, eso le había dicho ella. Su cabeza, como siempre, volvía al mismo lugar…a R. Siempre. Le daban ganas de insultarse, de llorar, de gritar. Ya ni sabía de qué. No sabía si quería olvidarse o insistir hasta que R se enamorara de ella. Pero al fin y al cabo, cuando quisieron no había funcionado. Lara sabía que tampoco sentía lo que tenía que sentir, sí, cariño había, y mucho. Se querían tanto que no podían entender como había pasado tan poco tiempo. Pero no había química, no, la maldita química arruinaba todo. Parecía todo perfecto, parecía una compatibilidad única. Y no, no podía pasar de la amistad. Ningún punto tenía que Lara se preguntara y le preguntara a la vida y quién sabe si a dios porqué se burlaban de ella. ¿Porqué ponía en el camino algo para después quitárselo? Porque no era sólo difícil para ella. No. Era doloroso de los dos lados. Era saber que sería perfecto, pero que no podía ser y, encima, arruinaba la amistad. Era eso que siempre está pero no se dice, lo inefable. Y nadie lo entendía, por eso era suyo y de nadie más. Y su mente estaba estancada en eso, ella lo sabía, una y otra vez lo mismo. Se sentía de nuevo de quince años, no, no podía creer estar otra vez en este lugar. Para colmo, toda esa marea de pensamientos le impedía ver más allá de R. Le impedía ver incluso lo que tenía al lado, lo que más allá de su estúpido cerebro, estaba ocurriendo.
Por suerte para Lara no todo estaba dicho, por suerte el error que estaba cometiendo aún podía enmendarse.
Ya hace un año que Lara se pregunta cómo pudo haber sido tan necia de no haber visto antes lo que pasaba, de no percatarse de que alguien sí la quería y si veía en ella todo lo que necesitaba. Pero tal vez sin todo lo ocurrido no podría haberse dado todo como se dio. Quizás Lara necesitara toda esa experiencia para poder darse cuenta de las cosas. En definitiva, un año después, todo parece haber resultado como tenía que resultar.
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