Me levanto y Julián me dice: "nos cayó un gato del cielo". ¿Cómo? sí, apareció un gato en el toldo y cuando lo bajé se metió en el cuartito. Pobre gato, estaba asustado. Lo dejamos ahí y cada cual a su tema. Al mediodía fui a mirar a ver si seguía en el cuartito, no vi rastros pero de todos modos antes se había escondido muy bien. Cuando estaba por entrar a la cocina vi una bola de pelos blanca mirándome temerosamente. Claro, a mi los gatos desconocidos me dan un poco de desconfianza porque, de por sí los gatos son medio impredecibles, y si a eso le sumamos que es un gato que no conozco ni me conoce, peor. Asique ahí estaba yo en el patio mirándolo y con miedo a entrar a la cocina por temor de alterarlo. Y él o ella, con más miedo que yo, creo, mirándome desde dentro sin animarse a salir al patio. Se acercó sigilosamente a la puerta, los dos seguíamos mirándonos fijamente, y corrió al cuartito.
Al rato sacamos al gato del cuartito y vimos que tenía un número en el collar, asique llamé y ya la vinieron a buscar -resultó ser una ella- Pero para todo esto, ya me había encariñado. Ahora quiero un gato, eso sí, que sea cariñosito.
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