jueves, 22 de julio de 2010

Viaje de ida

Cuando menos lo esperás…

113. Flores-Belgrano, Avenida Avellaneda-Avenida Crámer. Un viernes tranquilo, sin muchos sobresaltos por suerte, después de unos días infernales. Hoy estaba tranquila. El domingo había sentido que se desmoronaba todo y ahora, por fin, sentía que todo iba a estar bien. Tutututun tun. El celular. Esperaba un “Mer”, un “Jules”, cualquier cosa, pero no un “Marto”. Sí, Marto. El mensaje del horror. Toda la semana había estado con una mezcla de miedo y esperanza de ver eso. Pero sabía que no, que no iba a pasar, después de todo, le había dicho que no le escribiera. Pero ahí estaba, Marto y su mensaje. Y qué mensaje…”no puedo estar tanto tiempo sin saber cómo estás”. Descajetador. No era un “¿cómo estás?”. No, “no puedo estar tanto tiempo…”. Basta. Ya lo había releído tres veces. Sí, decía eso. Miraba para todos lados buscando la respuesta, tratando de digerir lo que acababa de ver. Abrió y cerró el celular cinco veces. Contesto, no contesto, contesto ahora, contesto después. Abre, cierra, abre, cierra. Bueno, sí, contesto. No estaba enojada, tampoco triste. Sabía que él también la extrañaba. Probablemente tanto como ella a él, por eso entendía su mensaje. Pero también sabía lo que iba a generar eso. Ya se había acostumbrado a no saber de él constantemente y ahora iba a ser como empezar de cero. Sí, la veía venir. Justo cuando había llegado al punto que no tenía que controlarse, que simplemente no necesitaba mandarle mensajes…ésto. Y ahora, otra vez todo de nuevo. Mierda.
Ya resignada, abrió el celular y respondió.

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