“Como te ven te tratan, si te ven mal, te maltratan”. Siempre dudé de la efectividad de esta frase harto conocida de la ganadora del tesoro de los Peces del Infierno. Quiero decir, siempre me pareció que este tipo de cosas tienen como objetivo convencernos de que algo está en nuestras manos cuando claramente no es así. Te tratan como te tratan, independientemente de cómo estés. Por lo demás, me parece que tiene dos interpretaciones posibles, una que refiera a las actitudes y otra a una cuestión meramente externa y superficial. No sé con qué sentido lo habrá dicho la Chiqui pero no pienso perder un minuto en averiguarlo. Either way, puedo decir que he comprobado que en ninguna de sus acepciones la frase refiere a una realidad o situación de hecho.
Desde que me separé pasé por varias fases, depresión, ansiedad, expectativa, emoción, depresión otra vez, y seguramente varias cosas más. Es decir, pasé por estadíos de negatividad tanto como de positivismo y ambos me dieron iguales resultados. Nadie me trató mejor estando bajos los influjos del sentimiento de feliz cumpleaños. Tampoco, y esto es muy importante, atraje ninguna cosa positiva con mi buena actitud. Con ésto no quiero decir que vivamos negativos, porque supongo que la gente positiva debe vivir un poco más amenamente pero creo que es necesario desmitificar. Como mínimo, no es una verdad indiscutible.
Por otra parte, en algún momento, cuando me estaba por separar o recién separada –no recuerdo- alguien me sugirió modificar mi exterior para afrontar la nueva fase de soltería que se avecinaba. Siempre fui una fuerte detractora de esta concepción de que para levantar hay que estar pipí cucú. Creo que estar súper linda y flaca puede favorecerte pero, en definitiva, no sólo las flacas y lindas levantan. Necesario no es, además, está la evidente cuestión ideológica de ser fiel a mi voluntad de desmontar los nefastos ideales de belleza de esta inmunda sociedad. También pienso que si alguien te levanta porque estás re flaca, súper maquillada y arreglada, no puede más que ser un pastel o, más bien, un pelotudo. Como si la cosa pasara por ahí. Repito, puede favorecer porque eso llamará la atención en una primera instancia, pero nada más. De todos modos, como es inevitable, desde que estoy soltera bajé mucho de peso-pasa siempre, independientemente de nuestra voluntad-, me hice un corte de pelo con onda, me cambié los anteojos y algunas cosas más. No porque creyera que hiciera falta, sino que todo cambio va acompañado de muchos más. Después de cuatro años de relación, necesitaba un makeover para entrar a una nueva etapa de mi vida –que también incluye cambios laborales y facultativos. La necesidad vino sola, no porque estar soltera me lo demandara. A veces uno precisa una lavada de cara. Ahora bien, puedo decir que estoy muy conforme con los cambios pero también que no modificó en nada mi relación con el exterior. No, sigo siendo la piba con poco levante de siempre. Considerando las energías que implica el intento de levante y que, en mi caso, viene resultando infructuoso, decidí dedicarme a cosas más edificantes como leer, estudiar y escribir.
Conclusión, todo cambio, actitudinal, conductual, aspectual, hacelo porque a vos te pinte, porque de seguro no te garantiza el éxito.