jueves, 26 de diciembre de 2013

La falta de glamour





Hay gente que lleva todo con dignidad, el calor, la lluvia, el frío. Yo el frío te lo llevo con bastante glamour, ahora el calor es algo que se lleva lo poco de belleza que puedo tener. Por ejemplo, voy en el subte y veo a las mujeres que van todas arregladas a trabajar, así como quien no quiere la cosa, hace ochenta grados y van como cualquier otro día. Yo, en cambio, que de por sí ni me maquillo (cosa que, bueno, es culpa mía), voy transpirando como un búfalo. Digo, no entiendo cómo puede haber gente que no transpira en esas circunstancias. Pero sí, las hay.  Entonces claro, me pongo nerviosa, porque entre el calor, que estoy encerrada, que estoy deshidratándome a través de mis poros...me pongo toda roja y transpiro todavía más. Impresentable.
Algo similar me pasa con la lluvia. La otra vez que se largó el tormentón ese que se volaban cosas, yo estaba en la calle con una amiga, que tiene más o menos el mismo porte que yo. Las dos palurdas empapadas (yo, como siempre que llueve, con ropa clara, como es lógico porque carezco de previsión) sin ver nada, porque usamos anteojos ambas y ella, Danu, cayéndose continuamente por haber salido con alpargatas (aún menos previsora que yo). Considerando la situación, logramos sentarnos en un bar a esperar que pasara el juicio final y, obviamente, a los cinco minutos ya estaba saliendo el sol, momento en el cual vimos a dos mujeres caminando por la calle como si nunca hubiera llovido. Nos miramos, así, desastrosas, secándonos con una lona, y dijimos "quién pudiera, ¿no?"