Sí, a menudo me pasan este tipo de cosas ridículas.
La secuencia fue así: voy a hablar por teléfono (el teléfono se encuentra sobre una mesita enana en un rincón al lado del sillón). En eso siento un olor importante a naranja, sin razón aparente para que lo hubiera. Entonces me pongo a rastrear el olor, ya asumiendo el panorama que iba a encontrar. En efecto, miro debajo de la mesita y en el rincón, escondida, una señora naranja. A la señora naranja sólo le faltaba mutar, es más, ya se le veían unas incipientes patitas y hasta creo que me guiñó el ojo.
La pregunta obligada fue "¿cómo llegó una naranja ahí?" e instantáneamente recordé la situación: el domingo anterior, después de filmar el cortito para Taller II cagando a naranjazos al señor Alejo, miembro del grupo.
¿Será que si sigo buscando encontraré la bendita caja de cigarrillos que perdí hace un mes y nunca apareció?